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domingo, 14 de septiembre de 2008

No te olvides de Contador!

Llegó el temible Angliru, la etapa reina de la Vuelta, y apareció el rey de todos los ciclistas. Su nombre es Alberto Contador y se ha ganado por méritos propios ese calificativo. A su impresionante palmarés en su desmesurada juventud se le une ese encanto tan suyo para convencer con sus declaraciones (véase caso Amstrong), siempre con la humildad y la sonrisa del campeón. La sonrisa que nos contagia e ilusiona a todos, la sonrisa del que ha conseguido escapar de la muerte cuando su guadaña ya casi le acariciaba, venciendo la carrera más importante de todas; la de la vida. Ocurrió hace cuatro años en las mismas tierras asturianas en las que ayer se vistió de oro. Corriendo la Vuelta a Asturias empezó a convulsionar y cayó de la bicicleta con heladores espasmos sobre el asfalto y con los ojos desorbitados. Nos temimos lo peor. Se le diagnosticó un cavernoma cerebral y pensamos que no volvería a correr. Pero tras largos meses de rehabilitación no solo volvió a correr, sino que regresó para ganar.
Para Alberto, ahora mejor ciclista del mundo, la diferencia entre esa Vuelta a Asturias de 2004 y la etapa que disfrutamos ayer es como una paradoja. Por aquel entonces subiendo hacia los cielos casi le atrapa el infierno. Ayer, escalando rumbo al infierno, consiguió tocar el cielo; la gloria de los pocos elegidos que logran ganar en el Angliru. Porque eso es el Angliru: un eterno y temible infierno; el coloso de todos los puertos junto al Mortirolo. Cuando en el descenso del Cordal la desgracia recayó sobre la promesa de Igor Antón, rota su clavícula contra el guardaraíles, y el Euskaltel se desmoronó, la terrorífica ascensión fue un duelo tres para tres, cosa de los hombres del Caisse d'Epargne y de los del Astana, que hasta el momento controlaba la carrera gracias al desgaste de Kloden y de Rubiera, el más fiel de todos los gregarios. Atacó primero Valverde, enrabietado por su desastroso error del otro día, valiente junto a "Purito" Rodríguez en pos de recortar tiempo y conquistar la victoria de etapa. Eso bastó para cortar a Sastre, que a duras penas aguantaba con su ritmo diésel, y a Leipheimer, que resistió la subida a su rueda. Pero a falta de seis para meta, cuando las nubes negras del cielo tendieron su emboscada sobre los corredores y la pendiente de las rampas no bajó del 20%, ahí apareció el rey Contador, con su pedaleo alegre sobre la bici, como su mirada y su sonrisa, para atacar y marcharse en solitario entre un mar de aficionados llenos de banderas y de afán de protagonismo por salir en la tele a base de empujones peligrosos.
A golpe de riñón por la dureza de las últimas cuestas, casi como la pared de un rascacielos, Contador mantuvo su ritmo endiablado entre la niebla de la cumbre del gigante asturiano, seguido a 52" por Valverde y a un poquito más por el resto. Cuando las llamas del infierno se apagaron y la carrertera se niveló tras la cima, cuando 13 kilómetros de dolor y 40 minutos de sufrimiento tocaron a su fin, las puertas del cielo se abrieron definitivamente para él: el rey de todos los ciclistas. "Quién va?" preguntaron admirados en la línea de meta. "Yo", gritó con rabia Contador golpeándose el pecho. "El que acaba de sentenciar la Vuelta a España", pensó con euforia. Y dicho esto apuntó, apretó el gatillo y disparó al aire. Para que nadie se olvidara de su nombre, como pidió cierto día Javier Ares. Y sonriendo, siempre sonriendo.

jueves, 24 de julio de 2008

La merecida gloria de Carlos Sastre

El ciclismo es un deporte impresionante lleno de gente admirable. Lo supe la primera vez que vi por televisión a Miguel Induráin dando una de sus exhibiciones en el Tour. Lo supe desde que conocí a Jaime Ramos. Gracias a él, llevo enganchado a este mundillo de las bicicletas desde hace algo más de tres años, con la gran suerte encima de haber coincidido en el mejor momento de nuestro ciclismo en mucho tiempo; nuestro resurgir desde la época de sequía de Amstrong, con grandes jóvenes talentos que ahora despuntan, como Pereiro, Contador o Valverde, los dos primeros, ganadores de las dos últimas ediciones de la ronda gala.
Ayer sin embargo, la gloria más que merecida fue para un veterano, para un hombre que siempre había estado ahí, codeándose permanentemente con los mejores, sin grandes gestas a sus espaldas, pero sin grandes tropiezos tampoco; sin más medio de lograr el éxito que el del trabajo constante en un segundo plano, con el único reconocimiento para su perseverancia y su entrega. Mientras corredores más explosivos con una personalidad más agresiva nos levantaban del asiento y arrancaban nuestros elogios y aplausos, él se llevaba nuestras quejas y protestas por su falta de aplomo y nervio; su exceso de sangre fría. "Por qué no atacas!?", seguro que más de uno le gritamos alguna vez. Como escribía el otro día de forma magistral Juanma Trueba, quizás porque el carácter español sea así, más voluble, con todos los aficionados más pendientes de arreones imprevisibles y demostraciones espontáneas de genialidad frente a la inteligencia y el temple del que conoce que todo llega para quién sabe esperar. Ayer Carlos Sastre, como decía Trueba, "el más fiel de todos nuestros ciclistas", supo esperar y se llevó todos nuestros aplausos.
Vaya por delante mi ignorancia profunda en la materia, pero la etapa Reina del Tour me decepcionó hasta llegar al último puerto, la mítica subida a Alpe d'Huez. Con el CSC marcando el ritmo, dando excesiva vidilla a Evans y a Menchov, hasta entonces grandes favoritos al triunfo final. Esperé en vano ataques en el Galibier primero y en la Croix de Fer después, pero todo transcurría demasiado previsible y controlado, sin emociones que pudieran cambiar el sino de la carrera. Hasta que llegó la montaña final y apareció Sastre.
La etapa para el abulense me pareció un calco de este Tour y si me apuras, de toda su carrera en general: esperar trabajando como actor secundario hasta el instante de su gran oportunidad, romper el guión y escribir la historia que a sus 33 años hacía tiempo que merecía protagonizar. En la primera rampa del coloso de 1850 metros, la más dura de todas, cambió el ritmo e intentó irse. Solo respondió Menchov, pero había sido una jugada en falso. A diferencia de lo que dijo en su día Marx, aquí la segunda vez que se repitió la historia no fue farsa, sino drama para el ruso, que pagando el nuevo intento por seguirle, se quedaba cortado del resto de favoritos, con los que ya no volvería a contactar hasta a falta de cuatro kilómetros para la cima.
Por delante, Sastre, siempre hormiguita, iba poco a poco metiendo tiempo a sus rivales, imprimiendo un ritmo rápido y constante a golpe de riñón, como subido en una moto, escalando el primero la montaña más famosa del mundo, sin duda conocida por esta gran carrera. En una ascensión memorable, los segundos iban cayendo de cinco en cinco a cada pedalada, rodeado de un mar de holandeses y aficionandos de todas partes que se agolpaban en las cunetas de la estrecha carretera.
Por detrás de su esfuerzo, en el grupo de favoritos la tensión fue en aumento. Descartado Menchov y con Kohl en un querer y no poder, Evans resistía el pulso de Sastre a rueda de unos nerviosos hermanos Schleck. Andy, que creo que algún día ganará el Tour, revoloteaba como una mariposa entre unos y otros, sobrado de fuerza y ambición. Frank, que pienso que se vió obligado a ceder el amarillo por órdenes de Riis, lanzó un par de ataques de prueba para ver como respondían sus rivales. Pero quedaba mucho puerto y los arreones de unos y otros solo ayudaban a que el australiano conservase muchas de sus opciones a llevarse la carrera, como así habría de ser al final. Otro de los que lo intentó fue Valverde, que a buen seguro se hubiera lanzado a por la etapa, pero la diferencia con Sastre y las posibilidades de chafar a su compatriota la victoria final en Paris aconsejaron lo contrario. En un gran gesto, el murciano, visiblemente con fuerzas, se quedaba con los mejores ralentizando el ritmo, hasta permitir también la llegada de un Samuel Sánchez que tras sufrir al inicio, empezaba su remontada.
Evans asumió el mando definitivo cuando el panorama se relajó, a cinco para meta. Entonces la diferencia rondaba los 2'30. Después de sobrevivir a rueda de los demás, apoyándose como siempre en las respuestas que servían de puente a los ataques, al corredor del Silence Lotto no le quedó otra que tirar del grupo y demostrar si quería ganar la carrera. De su esfuerzo Samuel y Andy se vinieron definitivamente arriba y se disputaron un bonito sprint final que acabó ratificando el doblete español en los Alpes. Antes, nuestro héroe Sastre cruzaba la meta besando el maillot del mejor equipo del mundo, el que finalmente le había ayudado a conseguir el liderato. Con 1'34 de ventaja, la cosa está difícil para la crono, pero no es imposible. En todo caso, lo importante sucedió ayer, consiguiendo por fin vestirse de amarillo en el Tour, el premio a toda una trayectoria tras numerosos intentos. Contuvo las lágrimas de la emoción en el podio y nosotros la sonrisa de satisfacción en nuestras casas. La película; su película, tuvo el mejor de los finales, tan inesperado como merecido y brillante. Con Michael Douglas como actor invitado.

martes, 1 de julio de 2008

El sueño de los campeones

Ha sido tan maravilloso que estaba deseando escribir. Por fin somos campeones. Campeones de Europa. Se acabaron todos nuestros miedos, todos nuestros complejos y decepciones. Desde ayer ya sabemos como se saborea la miel del éxito y qué se siente cuando es tu equipo el que levanta la copa rodeado de confeti ante los ojos de Europa y del mundo; ante los ojos de todos. Nos lo merecíamos por muchas razones. Habíamos estado esperando demasiado tiempo para disfrutar de algo así; cuarenta y cuatro años de travesía por el desierto del fracaso. Muchos no lo habíamos vivido e incluso algunos pensábamos que nunca seríamos capaces de lograrlo. Pero lo hicimos. Y ahora ya conocemos la dulzura de cambiar las lágrimas de la desilusión por las de la alegría y la euforia. Que nadie se las seque.
Esta Eurocopa ha sido definitivamente la nuestra, el momento que todos los españoles deseábamos, el instante de nuestra consagración en el cada vez más difícil mundo del fútbol. Poco a poco habíamos ido superando con éxito todas nuestras barreras deportivas, todo aquello que otros pueblos aparentemente más fuertes y unidos dominaban y sometían a su antojo, como algo que parecía que les pertenecía. En ciclismo, en tenis, en balonmano, en baloncesto y hasta en un mundo tan cerrado y elitista como es el de la Fórmula 1. En todos esos campos y en todos los demás habíamos terminado por triunfar, finalmente y felizmente, gracias a geniales ganadores como Gasol, Contador, Nadal o Alonso entre otros. Solo nos faltaba el fútbol, el rey de todos los deportes; el único que siempre se nos atragantaba cuando pensábamos, quizás contagiados por todos esos fenómenos, que seríamos capaces de trasladar sus éxitos sobre el césped; los éxitos de una nueva generación de deportistas que se sienten orgullosos de su país y desafían con coraje a la historia que les señala de antemano como perdedores. La historia de nuestro fútbol, la misma que tanto queríamos cambiar y que tanto había traicionado nuestras esperanzas, había sido siempre así. Dejando a un lado el oro de Barcelona '92, solo en una ocasión en 1964 pudimos cantar victoria. En Madrid, con el mismo trofeo en juego y ante la antigua Unión Soviética. Una isla en medio de un océano de desencantos, un recuerdo demasiado lejano. Insuficiente. En blanco y negro.
Ahora de entre todos los colores que llenan de matices el fútbol, parece que solo destaca el rojo y el dorado que luce España. En un deporte poco evolucionado, cada vez más condicionado por el físico y la táctica, la Selección ha provocado una auténtica revolución; un despliegue de espectáculo y lucidez a base de toque y alegría, un antídoto que viene a curar la enfermedad de la melancolía por la que estaba atravesando una disciplina tan grande como el fútbol, elevada de nuevo a la categoría de arte por los nuestros, como ya hiciera la Holanda de Cruyff o el Brasil del '70. Decía hace pocos día el periódico La Repubblica que España era como una pandilla de niños felices jugando al fútbol bajo la lluvia, con la atenta mirada de su abuelo al fondo. Es una idea perfecta para describir lo que ha sido este grupo de 23 jugadores: un equipo entrañable que nos dibuja una sonrisa gigante a todos.
Luis Aragonés ha sabido capear estoicamente el temporal Raúl durante largos meses, defendiéndose de críticas y defendiendo un estilo de juego en el que el madridista no encajaba. Un patrón en el que la idea, la calidad y el talento han desbancado al músculo. El "Sabio de Hortaleza", nuestro abuelo, ha diseñado una ópera magna integrada por once jugones bajitos que correteaban alegremente por el campo, moviendo el balón con mimo de lado a lado, acariciando la hierba por todas las zonas del terreno de juego, a veces lentamente paralizando el tiempo; a veces rápidamente mareando al contrario. Todos juntos y unidos, sin protagonismos, sin favoritismos ni desplantes, con absoluta confianza en las instrucciones del seleccionador, tocando como nunca antes la sinfonía del entusiasmo y de la ilusión de una afición increíble, bajo la batuta de un Xavi espléndido, elegido mejor jugador de la Eurocopa.
Al compás de nuestro director de orquesta, que movía el equipo al ritmo milimétrico de sus pases, el resto del centro del campo interpretaba las melodías del juego con una musicalidad de fantasía. Listos, rápidos, burlones y descarados, los Iniesta, Cesc, Silva, Senna, Cazorla y compañía, siempre pensaban unas décimas de segundo por delante del rival, triangulando con soltura una y otra vez, trazando un repertorio incontable de pases de todos los estilos inimaginables, guiados por la entelequia y la clase del que destaca en su terreno sobre los demás, y siempre con paciencia, hasta dar con el ritmo más conveniente; con la fórmula más adecuada para acabar cada jugada. La gran virtud de este equipo ha sido ganar la Eurocopa con un estilo de juego definido: el del "tiqui-taca" y el "jogo bonito" que nos gusta a todos. Gracias a esta puesta en escena han ganado todos los partidos menos uno y no han perdido ninguno, revalorizando su gran azaña. Desde la defensa, con unos inconmensurables Puyol y Marchena cada vez más inexpugnables lo largo del torneo; desde la portería, con los paradones de Iker, salvador en momentos decisivos como tantas veces; y desde la delantera, la mejor que nunca hemos tenido, con un Villa letal en los espacios cortos, pichichi del campeonato, y un Torres, héroe de la final de ayer con su golazo, peligro permanente por sus desmarques en largo. Desde todas estas claves, España ha triunfado en Austria pasando por encima entre otras, de la campeona de Europa, Grecia; de la campeona del mundo, Italia; y en el día más importante, de la selección más laureada, Alemania. Casi nada. Sin excusas.
Ayer en Viena fue ese el día, ésa fue la noche. La noche con la que llevábamos soñando tanto tiempo. Resistimos entre todos el empujón inicial de los germanos, siempre tan difíciles de ganar por su constante alergia a la derrota. Resistimos las insolencias de otro mal árbitro, de esos con afán de protagonismo. Acabamos con la mala suerte, los fantasmas que tanto nos perseguían. Llegó el gol del Niño, que marcó por fe, insistencia, velocidad y finalmente calidad para batir a Lehmann con un sutil toque picado por el único sitio por el que podía entrar el balón, para que siguiéramos soñando. Y seguimos jugando igual. Siempre buscando el gol, intentando rematar el partido. Sin acierto anoche, eso sí, pero con la misma insultante categoría y superioridad que nos ha caracterizado y que nos ha convertido en el equipo de moda. Nada ha sido nunca en esta Euro por chulería, no hubo jamás banalidades. Todas las acciones tenían un sentido; ya fuera controlar el juego, ir a la presión, salir al contrataque o marcar un gol. El encuentro acabó con nuestros pequeños talentos haciendo rondos en el área alemana. Siempre con generosidad, la misma que han lucido estos auténticos campeones dentro y fuera del campo, acordándose de los que ya no están, como Genaro Borrás o Antonio Puerta; recordando y homenajeando a los que ya estuvieron, como hizo Palop con Arconada.
Ayer fue nuestro momento y nos tocó a nosotros levantar la copa. Ese era nuestro sueño antes de que la pelota echara a rodar en Suiza el pasado 7 de junio. Otras selecciones con menos virtudes lo habían conseguido anteriormente. Por qué no íbamos a poder lograrlo nosotros? Teníamos tantas o más razones que los demás para seguir soñando. Y de ensueño jugamos para conseguirlo; para alcanzarlo. Y por fin lo hemos alcanzado. Somos los campeones. Y aunque ya no es ningún sueño, por favor, que nadie nos despierte.

lunes, 23 de junio de 2008

Pudimos!

Tanto "podemos, podemos" que al final por fin pudimos. La Selección Española rompió su particular maleficio en los grandes campeonatos consiguiendo su pase para las semifinales de la Euro 2008 de Austria y Suiza, eliminando para ello nada más y nada menos que a Italia, actual campeona del mundo. Ese era, por cierto, otro de los gafes con los que había que terminar; el de no ser capaces de vencer en competición oficial a un equipo campeón del mundo. Nunca lo habíamos hecho y por fin lo logramos. Y es que ayer era una noche para quitarnos todos los complejos de encima y romper con una historia de pesimismo y mal fario que ha durado demasiado tiempo. España, selección abanderada de una de las mejores ligas del mundo, no podía ni merecía seguir cargando con ese peso; con un lastre que conjugaba tantos elementos adversos: los temidos cuartos, los enfrentamientos contra los campeones, la aciaga suerte de los penalties, los encuentros en fecha 22 de junio... Ayer por fin terminamos con esa acumulación de injusticias y mala suerte que tanto agobio y presión nos creaba, que tanto nos perseguía. Anoche finalmente cambiamos el signo de nuestra historia y exterminamos a todos nuestros fantasmas. Y el arma definitiva estuvo en la portería.
Pero no solo las paradas de Iker acabaron con nuestro particular Via Crucis. En un partido tenso, largo y agobiante, atenazado por el calor de Viena y el enorme respeto entre ambos equipos, España en su conjunto dio siempre la sensación de estar un par de peldaños por encima de Italia. Antes de que apareciera el héroe Casillas para parar primero dos goles cantados y luego dos penalties, los otros integrantes de la Roja completaron un gran partido ante la última campeona mundialista. Dominó España la posesión de forma casi apabullante, creó las mejores ocasiones, lanzó cuatro veces más a puerta, llegó más al área rival (incluyendo muchos más saques de esquina), le puso más ganas e intensidad al choque y en definitiva controló todos los aspectos que rodean el fútbol, mimándolo con paciencia y toque, con una personalidad y una ilusión de las que ha hecho gala durante casi todo el campeonato y a las que solo les faltó anoche el acierto del gol.
Italia por su parte, vivió como siempre en el alambre, agazapada atrás esperando el error del contrario; alguna contra, algún pelotazo o algún rechace que pudiera cazar Toni, un estorbo permanente, una pesadilla constante para unos expléndidos Puyol y Marchena; delantero letal sinónimo de un peligro latente que daba la sensación de poder machacar el partido y nuestra esperanza en cualquier momento. Pero afortunadamente el gigante italiano tampoco marcó en su último partido. Marchena con su nuca primero, y con su pierna derecha estirándose en un medido centro desde la izquierda después, lo evitó providencialmente. Su amenaza en la sombra solo inquietó dos veces más. La primera para pelear (en posible fuera de juego) un envío por alto que acabó en un chutazo de Camoranessi dentro del área que desvió Casillas con el pie, en la ocasión más clara del partido. La segunda para quitarle un balón de oro a Grosso cuando se disponía a sellar nuestro destino fatídico por enésima vez. Eso y un remate de Di Natale que sacó magistralmente Casillas fue lo único que propuso Italia, muy decepcionante en toda la Eurocopa.
Nosotros fuimos otra cosa, más bien lo contrario. Muy incisivo estuvo Silva por las dos bandas. Desacertados, pero voluntariosos Torres y Villa, tampoco marcaron, aunque dejaron la sensación del coraje de los que quieren ganar cueste lo que cueste, levantándose rápidamente a cada sacudida italiana, a cada oportunidad perdida e incluso a las notables fanfarronerías del árbitro, demasiado tendencioso en todo el encuentro. Inconmensurable anduvo Senna en el medio campo, que realizó un partido expléndido, dando una lección de colocación y salida de balón desde el primer minuto hasta el último de la prórroga. Ayudó en el peso y la iniciativa del juego que dirigió Xavi en la primera parte y Cesc en la segunda, y suya fue la mejor ocasión para España, en un potente disparo desde 25 metros, en el que Buffon a punto estuvo de repetir la cantada de Arconada del 84 en el Parque de los Príncipes de París. El palo evitó el 1-0.
Una a una las ocasiones se nos escaparon y la contienda apeló a la épica para llegar a los penalties y mirar frente a frente a todos nuestros complejos. Yo ya pensé que no pasábamos, lo confieso. Pero todo lo que siempre nos había faltado en los penalties lo tuvimos anoche. La suerte, la frescura, la casta, las ganas y el acierto. La mentalidad que tanto nos había patinado desde los once metros finalmente salió a relucir en los elegidos de Luis Aragonés. Solo falló Güiza. Los demás dieron una lección, constituyeron un ejemplo de concentración y mostraron una sed de victoria como yo nunca antes había visto en España. El resto ya lo sabemos. Casillas ganó su duelo con Buffón y Cesc, un chico de mi edad, nos metió en semis. Hoy ha dicho en rueda de prensa que él y sus 22 compañeros no venían a esta Euro a romper el maleficio de los cuartos, sino que están en Austria para ser campeones de Europa. De momento lo primero ya lo han logrado; ya han cambiado la historia de la Selección. Y hecho lo más difícil, sobrepasando aquello que nos oprimía y sin fantasmas que perturben nuestros sueños, qué fácil parece ahora iniciar una nueva etapa más gloriosa, más acorde y más justa, que pasa por vencer a Rusia este jueves y que puede acabar felizmente el día 29.

viernes, 9 de mayo de 2008

Que no bajamos!

SÍ! Después de una sufrida temporada, después de mucha tensión, de verlo todo perdido varias veces, al final, el Estudiantes ha ratificado su permanencia en la ACB en la última jornada tras imponerse al León por 71-96. Paradójicamente, en el partido más tranquilo del año, en el que mejor ha jugado y además logrando algo que no había conseguido en todos los encuentros anteriores: ganar tres consecutivos.
Pese a todo lo he pasado muy mal, he de reconocerlo. Admito que no me terminaba de fiar durante los 40 minutos, aunque el equipo llegó a manejar rentas de 20 puntos. Después de una temporada como ésta donde habían pasado tantas cosas, donde el Estu se había ganado a pulso el calificativo de "pupas", donde lo único que nunca falló fue la afición... casi era mejor no confiarse.
Pero finalmente nos hemos salvado. Los jugadores han cumplido la palabra que reza el eslogan que puso en marcha el Club para no descender a la LEB, y con su ilusión han certificado el ya famoso "que no bajamos". Qué partidazo con 16 triples, a dos del récord histórico de la liga; qué nivel de concentración; qué defensa; qué casta; qué dominio del juego por parte de Gonzalo y Sergio; qué intensidad de Perasovic desde el banquillo, involucrando a toda la plantilla; qué grande el capitán, Pancho "qué bueno que viniste" Jasen, acordándose de Mariano de Pablos al terminar el partido en sus declaraciones a TVE; qué aportación de Lewis con 20 puntazos; y sobre todo, qué maravillosa afición, posiblemente la mejor de Europa, que llenó un tren entero para presentarse esta noche en León, a teñir de azul las gradas del pabellón; a animar al equipo en su partido más importante en 60 años de historia. Lo siento mucho por la gente de Valladolid, lo digo de corazón. Pero hoy los colegiales respiramos y estamos felices. Esta noche a celebrarlo a la Fuente de los Delfines. Allí con la Demencia; con los jugadores! ESTU-DIANTES!

viernes, 11 de abril de 2008

Aúpa Geta!

Afortunadamente, los mayores disgustos de mi vida me los ha dado el fútbol. Ayer fue uno de esos días. Creo que todos íbamos con el Getafe; un equipo que hace algunos años, yo ni siquiera sabía que existía y que la temporada de su ascenso a Primera División, recuerdo que marchaba quinto a pocas jornadas del final y ya era un éxito celebrado por el club y sus aficionados. Ahora es el orgullo de nuestra liga y el asombro de Europa entera. El fútbol guarda para sus adentros historias fascinantes que a veces salen gloriosamente a la luz. Y ayer el Getafe, un equipo modesto de una pequeña localidad madrileña que Beckenbauer, con engreído desprecio, se aventuró a ningunear; se tiñó de gloria. Salió a jugar bien, a plantarle cara a todo un Bayern de Munich; a dar un verdadero ejemplo de sacrificio, entrega, espectáculo y compañerismo. A dar en suma, una lección de lo que deben ser los verdaderos valores del deporte, en medio de un Coliseum lleno de ilusión teñida de azul y frente a un grupito de estrellitas multimillonarias tocados por la suerte más cruel e injusta que hasta por dos veces les permitió salir airosos de la eliminatoria.
El Geta y su gente tienen razones para sentirse orgullosos. Fue una pena, quizás injusto y desde luego amargo. Pero lo importante es que en este deporte enseguida tienes ocasión de tomarte la revancha y en unos días pueden volver a hacer historia ganando la Copa del Rey, un título que no muchos equipos pueden presumir de haber conquistado. Ojalá lo consigan para resarcirse de las desgracias que les han ido golpeando en estos días y en el propio encuentro de anoche, que parecía por momentos una acumulación de despropósitos encaminados hacia el cruel desenlace que todos vivimos tristemente. Y espero que si son campeones de Copa, se lo dediquen a la Federación por concederles menos tiempo de descanso que al otro finalista. Es una vergüenza y otro nuevo desprecio al equipo pequeño y modesto, que espero que esta vez sí goce de la suerte que se merece. Aúpa Geta!
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Y por cierto: donde estaba Luis Aragonés a la hora a la que se suponía que venía a mi facultad para hablar de la Eurocopa? Plantón a última hora con la televisión por allí y todo! No seré yo el que critique su repentina ausencia sin conocimiento de causa, pero a falta de excusa o justificación alguna, uno no puede evitar ser malpensado y sospechar si no estaría Luis preocupado porque su comparecencia consistiese más bien en tener que dar explicaciones sobre ciertos renuncios que ha estado protagonizando desde el Mundial. Ay, no me gusta insinuar estas cosas, pero qué sencillo resulta prometer la asistencia a un acto con universitarios y qué complicado es luego cumplir la palabra dada. Raro es el día en el seminario Deporte y Comunicación de la Complutense en el que no falta algún invitado. Realmente están tan ocupados? Realmente tenía Luis tantas cosas que hacer? Espero que no haya sido nada grave para él ni para su familia y que todo le vaya estupendamente, pero con una disculpa explicando qué le ha ocurrido, se podían haber evitado estudiantes cabreados, profesores que no saben donde meterse, una última jornada de un seminario suspendida... y gritos de "Raúl, Raúl!" al acabar el frustrado acto.

domingo, 3 de febrero de 2008

Planeta oval: 6 Naciones, primera jornada

Ay! Estoy estresado con los exámenes, pero parece que hoy tengo algo de respiro para realizar un pequeño ejercicio periodístico sobre uno de mis deportes favoritos: el rugby. Seguramente no le interese a nadie, o tal vez sí; ojalá. Pero el caso es que aprovechando el inicio del torneo de las Seis Naciones, en el fin de semana donde la noticia está en el fichaje de Gasol por los Lakers, he decidido comenzar una serie de posts a modo de mini-crónicas de las distintas jornadas de la competición. En pugna Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, País de Gales e Italia en el evento deportivo más antiguo del mundo. Uno de ellos será el equipo vencedor. Muchos ya sabéis que yo voy con Irlanda, así que prometo no ser demasiado parcial en mis impresiones. Si sois amantes del rugby, bien hecho y que os aprovechen mis textos. Si no lo sois y les dáis una oportunidad, espero que os piquen la curiosidad. Con todos vosotros, varias pinceladas de uno de los mayores espectáculos deportivos del planeta. Sabíais que era oval?
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Irlanda-Italia (16-11). Inicio del torneo en Croke Park donde se enfrentaban Irlanda, la eterna aspirante al Grand Slam, e Italia, que llegaba a la isla después de hacer historia el año pasado ganando por primera vez dos partidos en una misma edición. El himno irlandés Ireland's Call (tienen dos) sonó frío, como el tiempo de Dublín, con algunos jugadores que ni siquiera lo cantaron. Se sabe que hay cierto mal rollo en el vestuario y a eso hay que sumarle ese pesimismo tan característicamente irlandés tras la decepción del Mundial. Victoria justa y algo rácana de Irlanda ante una Italia que va a más. La sensación es que el "XV del Trébol" sigue acusando el golpe moral de Francia 2007 y no convenció mucho en su campo contra uno de los flojos. Bien O'Gara, como siempre manejando él solito el encuentro. Bien también el nombrado Jugador del Partido, el medio-melé titular, Eion Reddan, que sin llegar todavía a las cotas de compenetración que tiene Stringer con sus delanteros, estuvo a un gran nivel. En Italia muy inseguro su zaguero Bortolussi. Sin sus errores al patear quizás el resultado hubiese sido otro. Irlanda sigue viva en la lucha por los títulos. Los italianos en definitiva pecaron de falta de ambición. Ahora les toca volver a esperar otros dos años para intentar ganar en Dublín. Será ya en el nuevo Lansdowne Road. Nunca lo habían tenido tan cerca, pero están en el camino.
Inglaterra-País de Gales (19-26). Primera sorpresa en Twickenham con la remontada de los "Dragones Rojos" en una grandísima segunda parte frente a los actuales subcampeones del mundo. Gales llevaba 20 años sin ganar en Londres. El partido tenía alicientes y empezó fuerte: a los tres minutos el resultado era 3-3. Inglaterra hizo su juego pesado de delantera y dominó en la primera parte, imponiéndose al descanso por 16-6 gracias a un ensayo de Toby Flood y a un poquito de Wilkinson. Se confiaron. Gales reaccionó merced a un extraordinario trabajo de sus 3/4. La mano del nuevo seleccionador, Warren Gatland, se dejó ver en la movilidad en ataque, que permitió a los galeses remontar con un juego rápido a la mano. En su regreso, Gavin Henson pasó desapercibido. Brilló eso sí, la efectividad de James Hook en las patadas a palos.
Escocia-Francia (6-27). Hace dos años en el mismo escenario los escoceses dieron la campanada derrotando a Francia con claridad. Éste, las cosas iban a ser bien distintas. Ahora mismo veo a los hombres que dirige Frank Hadden incluso a un peor nivel que Italia. Totalmente inoperantes en ataque, empezaron ganando 3-0 el partido con un tempranero drop de Dan Parks. Fue la última vez que marcharon con ventaja. Recital de Francia en Murrayfield con un resultado que no deja lugar a dudas. La llegada de Marc Lièvremont en sustitución de Laporte parece que puede dar muy buenos frutos. Para empezar, el "XV del Gallo" ya no juega tan físico y conservador. Ahora ha recuperado parte de sus señas de identidad, como esa velocidad de contragolpe o ese vistoso juego a la mano que tantos días de gloria le ha dado al rugby francés. Muy pocos hombres con respecto al equipo del Mundial. Muchas caras nuevas en un cambio generacional que no deja de ser algo arriesgado, pero que, al menos de momento, le ha dado la razón al nuevo seleccionador. Del otro bando, las gaitas suenan un poco desafinadas en Edimburgo. Será que últimamente se fabrican con cucharas de madera?

viernes, 4 de enero de 2008

Suspender el Dakar

La organización del Rally (o mejor dicho; Raid) Lisboa-Dakar ha decidido suspender la edición de este año alegando falta de seguridad para participantes y organizadores en las etapas que debían desarrollarse en Mauritania. La organización terrorista Al Qaeda, la misma que al parecer atentó y mató a cuatro ciudadanos franceses en ese mismo país hace algunos días, tiene la culpa.
Ante esta decisión yo me pregunto; acierto o error? Se garantiza la seguridad, que duda cabe; pero se garantiza la carrera? Qué pasará en el futuro con el París-Dakar? Sus responsables dicen que la trigésima edición se va al 2009, que el Dakar no corre peligro. Sin embargo, al mismo tiempo no han matizado cuál será el enclave del nuevo recorrido. En palabras literales se comprometen a "proponer a partir de 2009 una nueva aventura para todos los apasionados del rally raid". Significa eso que la carrera se traslada a Sudamérica? Hay rumores que lo insinúan.
En todo caso, soy de la misma opinión que Carlos Sainz. Suspender el Dakar 2008, más allá de garantizar la seguridad de todos los que lo hacen posible, constituye un peligroso precedente para la carrera en particular, y para el mundo del deporte en general. Para mí además encierra una idea implícita de ceder ante una amenaza terrorista, ceder ante un chantaje criminal. Veo bien tomar decisiones drásticas cuando está en juego la vida de las personas. Perfecto si para ello hay que suspender el Dakar de este año. Pero y si para el año que viene los terroristas vuelven a amenazar? O peor aún: y si en este mundo de atentados terribles los terroristas amenazan con matar en un estadio de fútbol? Y en un pabellón de baloncesto? Y en un concierto de los Rolling? Y en un cine de Hollywood en un estreno? Supenderíamos todo eso también? No critico la decisión de la organización del Dakar, solo reflexiono: supeditar una medida de tipo político a una causa puramente ética puede ser perjudicial a largo plazo. Si cada vez que hay una amenaza terrorista, cedemos ante ella... qué pasará si los terroristas siguen amenazando? Seguiremos cediendo?