Escribo estas líneas todavía con una sonrisa como una rodaja de sandía. Ayer asistí al concierto que llevaba no meses, sino incluso me atrevería a decir que años esperando. En 2005 fue la primera vez que los vi actuar en directo y la experiencia, aunque especial, me supo a poco. Por eso tenía tantas esperanzas e ilusiones puestas en la reunión de ayer. Cogí el autobús por la tarde con esos nervios revoltosos que a todos alguna vez se nos han manifestado en el estómago; esos nervios que aparecen antes de la primera cita con la chica que te gusta o antes de realizar un viaje que llevas semanas organizando. Era ese ligero nerviosismo que no molesta y que gusta al fin y al cabo. Tras un largo periodo de espera de nuevo me dirigía a ver actuar a mi grupo. A Oasis.
La tarde-noche de ayer fue una delicia. Me gustaría aprovechar ahora para agradecer a Gonzalo y a sus amigos el trato que me prestaron y lo agradables que fueron en todo momento conmigo. Cuando antes de algo tan importante como el concierto de tu banda de rock favorita, las cervezas se toman en tan buena compañía, no puedes pedir más. No sé cuántas cayeron, tal vez tres o cuatro jarras de las grandes; pero esas horas previas entre risas y anécdotas estuvieron a la altura del espectáculo que nos dieron luego los Gallagher, como siempre espectaculares.
Y es que el concierto de ayer de Oasis fue una pasada. Mucho más vistoso que el de hace un poco más de tres años. Era el mismo escenario, el Palacio de los Deportes, pero parecía un mundo completamente diferente. Mientras que en noviembre de 2005 la austeridad era la nota predominante, en la velada de ayer grandes pantallas con primeros planos de los integrantes del grupo y con imágenes promocionales de sus discos llamaban poderosamente la atención iluminando de todo tipo de colores a la multitud del recinto madrileño. Se respiraba una atmósfera mucho más mágica que en su última visita a la capital, un "rollo Oasis" por los cuatro costados gracias también a la mayor afluencia de público, que había agotado las entradas hace un par de meses y que llenó el pabellón con aplausos y cánticos en cada descanso durante la hora y 35 minutos que duró el recital.
La historia comenzó según el guión que Gonzalo había previsto, con un impresionante homenaje a la historia de la banda británcia. Con el sonido inconfundible de puesta en escena que impregna el Fucking in the bushes (sí, el tema se llama "follando en los arbustos") para saltar a la palestra y arrancar la primera euforia entre las masas ante lo que se avecinaba. Y justo a continuación, abriendo el concierto con el Rock & Roll Star ante un mar de brazos acompasándose al ritmo de los acordes que Noel se inventó hace ya unos 18 años. Después llegaron las primeras canciones del nuevo disco, titulado Dig out your soul, la excusa que servía para realizar la presente gira europea. Una presentación por todo lo alto que arrancó con el primer sencillo The shock of the lighting y al que le siguió minutos después I'm outta time.
Lo peor del concierto hasta ese momento fue la voz de Liam, más áspera que nunca rasgando el aire del Palacio a gritos desafinados que ni siquiera aportan melodía a la música, sino sólo un conjunto de alaridos rasposos que estropean la fidelidad melódica que no obstante sí logra alcanzar el grupo en cada acorde o punteo, pues es increíble lo parecido que suenan en directo respecto a la grabación en estudio. El canto (o cante) de un Liam irreconocible de pelo corto y gafas de lente redonda con ese aire a lo Risto Mejide, retorciéndose ante el micro como en él es habitual, empañó un poco el gran resultado musical de Oasis anoche y nos enseñó como sus cuerdas vocales están cada vez más machacadas por culpa del tabaco y el alcohol, una irónica premonición del tema que los de Manchester tocarían un poco más tarde: el clásico Cigarettes & alcohol, un memorable guiño a su repertorio de siempre que pasó a convertirse a eso de las diez de la noche en lo mejor del concierto hasta ese instante.
Y tras unas cinco canciones con Liam destrozándose la garganta y destrozándonos los oídos a los fans, llegó el turno de Noel con sorpresa incluída. Primero se lanzó con el Waiting for the rapture, del nuevo disco, y después contra todo pronóstico y sin rastro de trompetas de fondo como en aquella memorable noche del 96 en Maine Road; el plan maestro que se guardaban en la manga los británicos, envolviendo el ambiente de magia y de nostalgia color sepia, con esa precisosa sucesión de acordes modificados de La. Con The masterplan nos dejó boquiabiertos. Jamás pensé que llegaría a escuchar esa canción en directo, ni que esa canción en directo sonaría así de bien.
Pero las sorpresas no acabaron ahí. Algunas tan agradables como desconcertantes, tal fue el caso de Songbird, una canción menor que se inventó Liam una tarde de primavera durante una gira de la banda, en "20 putos minutos de jodida inspiración", como él mismo declaró en su momento, y que ni siquiera se atrevió a tocar a la vez que cantaba, pese a dos acordes de nada que tiene la música. Otras, sorpresas que catalogaría de desagradables, como la ausencia en el repertorio de Live forever, uno de los himnos de los años 90, o para mí la gran decepción de la noche, tristemente predecida con éxito por Gonzalo, la inexplicable ausencia de Bag it up, la mejor canción del nuevo álbum.
A todo lo anterior hay que sumar el inconfundible estilo Oasis, sin dejar de tocar temas míticos como Wonderwall, posiblemente su canción más famosa y también la más comercial; la canción por la que yo un buen día quise aprender a tocar la guitarra, o como Slide away, una de las mejores letras de amor de la historia o, por qué no mencionarlo, el Morning Glory, para mí el tema más idóneo de tocar en un concierto, el más paradigmático de lo que es una sesión de Oasis en directo, por la fuerza que tiene y por lo mucho que gusta a la gente.
A las once menos diez de la noche, se marcharon del escenario. Todos estábamos anestesiados, pero espectantes. Los vaciles constantes de los Gallagher durante toda la actuación (anunciando una canción y luego tocando otra diferente, por ejemplo) sirvieron para que está vez ninguna de las 15.000 almas que aproximadamente estábamos allí cantásemos o coreásemos para que volvieran. Sabíamos que lo harían y que al menos restaban tres temas más. Don't look back in anger y Champagne supernova estaban cantados.
Y así fue. El mejor momento del concierto llegó con el primero de ellos. Noel Gallagher será un capullo y un cretino, no digo que no, pero con una guitarra en las manos y ante tanta gente entregada es como una especie de dios. Tocó la versión acústica del mismo, en un estilo más romántico y personal, que es como yo pienso que mejor suena Don't Look back in anger, la canción que yo le cantaría todas las noches en un susurro a la mujer de mi vida antes de acostarnos. Con esa letra y sobre todo esa música, el tío hizo lo que quiso, la cantó como le dió la gana y realizó hasta tres amagos al final de la letra para que el público aplaudiera tantas veces. El auditorio coreó su nombre al final. En el fondo, Noel es Oasis.
Y finalmente, tras la de Falling down, del disco de promoción, el clásico Champagne supernova para lo que todos creíamos que sería cerrar una velada de ensueño, quizás la canción que mejor cantó Liam junto con el "Cigarettes", lo cual es mucho decir. Sin embargo, la última sorpresa estaba aún por salir a la luz, pues el concierto no acabó ni con la mítica flauta-organillo de esa melodía ni con el "we were getting high..." de su letra, sino con la cachonda I am the walrus, un tema que en realidad es de los Beatles, canción de borrachos por excelencia, que les encanta a los Gallagher y que puso el broche final con un cierto toque de humor a un enorme concierto en el Palacio de los Deportes.
En definitiva lo mejor fue el estilo Oasis presente por todas partes y esa versión de autor del Don't look back in anger magistralmente llevada por Noel, mientras que lo peor fue la voz de Liam, cada vez más lamentable, y las sonadas ausencias de Live forever y Bag it up. Y para terminar con este interminable post, si habéis tenido la paciencia de leerme hasta aquí, me gustaría sólamente haceros dos pequeñas recomendaciones. Os propongo en primer lugar que escuchéis todas las canciones del grupo que os cito en mi crónica y ya por extensión si os molan, que escuchéis todo lo que podáis de este pedazo de grupo que a buen seguro no os decepcionará. Y en segundo lugar y no por ello menos importante, no me gustaría cerrar este larguísimo texto si recomendaros visitar el MySpace de Gonzalo, Javi y Luis, que bajo el nombre de Kaufman tocan juntos y tienen canciones guapísimas en un estilo que suena de maravilla. De momento tienen grabado su primer sencillo. Entrad aquí y disfrutadlo: http://www.myspace.com/kaufmantheband
La tarde-noche de ayer fue una delicia. Me gustaría aprovechar ahora para agradecer a Gonzalo y a sus amigos el trato que me prestaron y lo agradables que fueron en todo momento conmigo. Cuando antes de algo tan importante como el concierto de tu banda de rock favorita, las cervezas se toman en tan buena compañía, no puedes pedir más. No sé cuántas cayeron, tal vez tres o cuatro jarras de las grandes; pero esas horas previas entre risas y anécdotas estuvieron a la altura del espectáculo que nos dieron luego los Gallagher, como siempre espectaculares.
Y es que el concierto de ayer de Oasis fue una pasada. Mucho más vistoso que el de hace un poco más de tres años. Era el mismo escenario, el Palacio de los Deportes, pero parecía un mundo completamente diferente. Mientras que en noviembre de 2005 la austeridad era la nota predominante, en la velada de ayer grandes pantallas con primeros planos de los integrantes del grupo y con imágenes promocionales de sus discos llamaban poderosamente la atención iluminando de todo tipo de colores a la multitud del recinto madrileño. Se respiraba una atmósfera mucho más mágica que en su última visita a la capital, un "rollo Oasis" por los cuatro costados gracias también a la mayor afluencia de público, que había agotado las entradas hace un par de meses y que llenó el pabellón con aplausos y cánticos en cada descanso durante la hora y 35 minutos que duró el recital.
La historia comenzó según el guión que Gonzalo había previsto, con un impresionante homenaje a la historia de la banda británcia. Con el sonido inconfundible de puesta en escena que impregna el Fucking in the bushes (sí, el tema se llama "follando en los arbustos") para saltar a la palestra y arrancar la primera euforia entre las masas ante lo que se avecinaba. Y justo a continuación, abriendo el concierto con el Rock & Roll Star ante un mar de brazos acompasándose al ritmo de los acordes que Noel se inventó hace ya unos 18 años. Después llegaron las primeras canciones del nuevo disco, titulado Dig out your soul, la excusa que servía para realizar la presente gira europea. Una presentación por todo lo alto que arrancó con el primer sencillo The shock of the lighting y al que le siguió minutos después I'm outta time.
Lo peor del concierto hasta ese momento fue la voz de Liam, más áspera que nunca rasgando el aire del Palacio a gritos desafinados que ni siquiera aportan melodía a la música, sino sólo un conjunto de alaridos rasposos que estropean la fidelidad melódica que no obstante sí logra alcanzar el grupo en cada acorde o punteo, pues es increíble lo parecido que suenan en directo respecto a la grabación en estudio. El canto (o cante) de un Liam irreconocible de pelo corto y gafas de lente redonda con ese aire a lo Risto Mejide, retorciéndose ante el micro como en él es habitual, empañó un poco el gran resultado musical de Oasis anoche y nos enseñó como sus cuerdas vocales están cada vez más machacadas por culpa del tabaco y el alcohol, una irónica premonición del tema que los de Manchester tocarían un poco más tarde: el clásico Cigarettes & alcohol, un memorable guiño a su repertorio de siempre que pasó a convertirse a eso de las diez de la noche en lo mejor del concierto hasta ese instante.
Y tras unas cinco canciones con Liam destrozándose la garganta y destrozándonos los oídos a los fans, llegó el turno de Noel con sorpresa incluída. Primero se lanzó con el Waiting for the rapture, del nuevo disco, y después contra todo pronóstico y sin rastro de trompetas de fondo como en aquella memorable noche del 96 en Maine Road; el plan maestro que se guardaban en la manga los británicos, envolviendo el ambiente de magia y de nostalgia color sepia, con esa precisosa sucesión de acordes modificados de La. Con The masterplan nos dejó boquiabiertos. Jamás pensé que llegaría a escuchar esa canción en directo, ni que esa canción en directo sonaría así de bien.
Pero las sorpresas no acabaron ahí. Algunas tan agradables como desconcertantes, tal fue el caso de Songbird, una canción menor que se inventó Liam una tarde de primavera durante una gira de la banda, en "20 putos minutos de jodida inspiración", como él mismo declaró en su momento, y que ni siquiera se atrevió a tocar a la vez que cantaba, pese a dos acordes de nada que tiene la música. Otras, sorpresas que catalogaría de desagradables, como la ausencia en el repertorio de Live forever, uno de los himnos de los años 90, o para mí la gran decepción de la noche, tristemente predecida con éxito por Gonzalo, la inexplicable ausencia de Bag it up, la mejor canción del nuevo álbum.
A todo lo anterior hay que sumar el inconfundible estilo Oasis, sin dejar de tocar temas míticos como Wonderwall, posiblemente su canción más famosa y también la más comercial; la canción por la que yo un buen día quise aprender a tocar la guitarra, o como Slide away, una de las mejores letras de amor de la historia o, por qué no mencionarlo, el Morning Glory, para mí el tema más idóneo de tocar en un concierto, el más paradigmático de lo que es una sesión de Oasis en directo, por la fuerza que tiene y por lo mucho que gusta a la gente.
A las once menos diez de la noche, se marcharon del escenario. Todos estábamos anestesiados, pero espectantes. Los vaciles constantes de los Gallagher durante toda la actuación (anunciando una canción y luego tocando otra diferente, por ejemplo) sirvieron para que está vez ninguna de las 15.000 almas que aproximadamente estábamos allí cantásemos o coreásemos para que volvieran. Sabíamos que lo harían y que al menos restaban tres temas más. Don't look back in anger y Champagne supernova estaban cantados.
Y así fue. El mejor momento del concierto llegó con el primero de ellos. Noel Gallagher será un capullo y un cretino, no digo que no, pero con una guitarra en las manos y ante tanta gente entregada es como una especie de dios. Tocó la versión acústica del mismo, en un estilo más romántico y personal, que es como yo pienso que mejor suena Don't Look back in anger, la canción que yo le cantaría todas las noches en un susurro a la mujer de mi vida antes de acostarnos. Con esa letra y sobre todo esa música, el tío hizo lo que quiso, la cantó como le dió la gana y realizó hasta tres amagos al final de la letra para que el público aplaudiera tantas veces. El auditorio coreó su nombre al final. En el fondo, Noel es Oasis.
Y finalmente, tras la de Falling down, del disco de promoción, el clásico Champagne supernova para lo que todos creíamos que sería cerrar una velada de ensueño, quizás la canción que mejor cantó Liam junto con el "Cigarettes", lo cual es mucho decir. Sin embargo, la última sorpresa estaba aún por salir a la luz, pues el concierto no acabó ni con la mítica flauta-organillo de esa melodía ni con el "we were getting high..." de su letra, sino con la cachonda I am the walrus, un tema que en realidad es de los Beatles, canción de borrachos por excelencia, que les encanta a los Gallagher y que puso el broche final con un cierto toque de humor a un enorme concierto en el Palacio de los Deportes.
En definitiva lo mejor fue el estilo Oasis presente por todas partes y esa versión de autor del Don't look back in anger magistralmente llevada por Noel, mientras que lo peor fue la voz de Liam, cada vez más lamentable, y las sonadas ausencias de Live forever y Bag it up. Y para terminar con este interminable post, si habéis tenido la paciencia de leerme hasta aquí, me gustaría sólamente haceros dos pequeñas recomendaciones. Os propongo en primer lugar que escuchéis todas las canciones del grupo que os cito en mi crónica y ya por extensión si os molan, que escuchéis todo lo que podáis de este pedazo de grupo que a buen seguro no os decepcionará. Y en segundo lugar y no por ello menos importante, no me gustaría cerrar este larguísimo texto si recomendaros visitar el MySpace de Gonzalo, Javi y Luis, que bajo el nombre de Kaufman tocan juntos y tienen canciones guapísimas en un estilo que suena de maravilla. De momento tienen grabado su primer sencillo. Entrad aquí y disfrutadlo: http://www.myspace.com/kaufmantheband
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