Ayer fue la noche más mágica del año; la noche de Reyes. La madrugada en la que todos alguna vez, cuando éramos niños, hemos tenido serios problemas para dormirnos, nerviosos esperando a que llegase la mañana siguiente para abrir los regalos y llenar el salón de casa de papeles rotos de colores. Yo recuerdo cuando era pequeño que permanecía en cama con el corazón latiendo a mil por hora, la manta hasta la altura de la nariz y los ojos abiertos de par en par, como si fuera un menudito búho en constante alerta ante cualquier mínimo ruido que delatase la presencia en casa de Sus Majestades de Oriente.
Y precisamente de allí vienen los Reyes Magos, a llevar regalos por Europa a todos los niños que se han portado bien y algo de carbón para los más traviesos. Según todos sabemos, llegados del Lejano Oriente; Melchor, Gaspar y Baltasar trajeron presentes al niño Dios que había nacido en un portal en Belén. Durante toda su travesía, fueron guiados al lugar exacto por una estrella fugaz; la misma que hoy ponemos en lo más alto del árbol de navidad.
Pero más de 2.000 años después, en la cruda actualidad que vivimos, las estrellas fugaces han sido sustituidas en Belén por cohetes israelitas que destruyen edificios y matan a personas inocentes. Esta mañana, la mañana de Reyes, se cumplía el cuarto día de ofensiva terrestre del ejército israelí en la Franja de Gaza y la noticia de hoy era el bombardeo, precisamente allí, a una escuela de Naciones Unidas que cobijaba a más de 400 refugiados palestinos sin hogar. ¿De verdad pensaban que miembros de Hamás se escondían en ese lugar?
Resulta irónicamente macabro pensar que todo vale en el arte de la guerra hasta el punto de atacar a una escuela en el día de los niños. Y mientras parpadea y retruena por las bombas el cielo de esa tierra donde en una ocasión tres reyes bendijeron a otro niño con regalos, las criaturas que allí malviven y mueren se quedan sin los suyos en la noche más mágica del año. Save the Children dice en un comunicado que los muchachos corren riesgo de enfermar por el frío ya que sus padres se ven obligados a dejar las ventanas abiertas de noche para evitar que estallen los cristales por la onda expansiva de las explosiones. Imaginemos todos por un momento cómo habrán pasado la noche de Reyes los pequeños habitantes de la Franja de Gaza. Sin poder dormir, como a todos nos ha pasado alguna vez; pero por razones muy distintas.
Y yo me pregunto: ¿dónde están ahora los hombres trajeados de la diplomacia internacional para sentarse a detener esta barbarie de una vez? Y me planteo deprimido por las terribles noticias que van llegando desde allí, donde tengo cerca un amigo en misión de paz que seguramente no habrá visto esta noche a los Reyes Magos por esa zona, que quizás este conflicto es una eficaz barrera contra el afán de protagonismo de Sarkozy, misteriosamente desaparecido hasta la fecha.
Y precisamente de allí vienen los Reyes Magos, a llevar regalos por Europa a todos los niños que se han portado bien y algo de carbón para los más traviesos. Según todos sabemos, llegados del Lejano Oriente; Melchor, Gaspar y Baltasar trajeron presentes al niño Dios que había nacido en un portal en Belén. Durante toda su travesía, fueron guiados al lugar exacto por una estrella fugaz; la misma que hoy ponemos en lo más alto del árbol de navidad.
Pero más de 2.000 años después, en la cruda actualidad que vivimos, las estrellas fugaces han sido sustituidas en Belén por cohetes israelitas que destruyen edificios y matan a personas inocentes. Esta mañana, la mañana de Reyes, se cumplía el cuarto día de ofensiva terrestre del ejército israelí en la Franja de Gaza y la noticia de hoy era el bombardeo, precisamente allí, a una escuela de Naciones Unidas que cobijaba a más de 400 refugiados palestinos sin hogar. ¿De verdad pensaban que miembros de Hamás se escondían en ese lugar?
Resulta irónicamente macabro pensar que todo vale en el arte de la guerra hasta el punto de atacar a una escuela en el día de los niños. Y mientras parpadea y retruena por las bombas el cielo de esa tierra donde en una ocasión tres reyes bendijeron a otro niño con regalos, las criaturas que allí malviven y mueren se quedan sin los suyos en la noche más mágica del año. Save the Children dice en un comunicado que los muchachos corren riesgo de enfermar por el frío ya que sus padres se ven obligados a dejar las ventanas abiertas de noche para evitar que estallen los cristales por la onda expansiva de las explosiones. Imaginemos todos por un momento cómo habrán pasado la noche de Reyes los pequeños habitantes de la Franja de Gaza. Sin poder dormir, como a todos nos ha pasado alguna vez; pero por razones muy distintas.
Y yo me pregunto: ¿dónde están ahora los hombres trajeados de la diplomacia internacional para sentarse a detener esta barbarie de una vez? Y me planteo deprimido por las terribles noticias que van llegando desde allí, donde tengo cerca un amigo en misión de paz que seguramente no habrá visto esta noche a los Reyes Magos por esa zona, que quizás este conflicto es una eficaz barrera contra el afán de protagonismo de Sarkozy, misteriosamente desaparecido hasta la fecha.
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