jueves, 12 de agosto de 2010

Torontontera: lo que se va y se avecina

Escribo estas lineas en mitad de un descanso en la escuela ILSC, en plena Downtown de Toronto, tocados ya por la sombra del imponente edificio Zurich entre tanto bochorno insoportable. Escribo con un nudo en el estomago, ese que se presenta en tu casa sin avisar cuando vas a quedar con la chica que te gusta y se autoinvita a tomar cafe. En este caso ha llegado un poco antes de la cita, que sera manhana, y para quedarse todo el fin de semana hasta el lunes. No en vano espero algo muy especial de los proximos cuatro dias. En realidad, porque es lo que he estado esperando toda mi vida. Solo queria conocerla, y verla en persona se habia convertido en mi principal obsesion. Llevo enamorado demasiado tiempo de su encanto y por fin me ha llegado la ocasion de abrazarlo. Si, no es un suenho; me voy a Nueva York y esta noche dormire con una sonrisa de tonto. Si es que consigo dormir.
Por lo demas, Toronto se deja querer a pesar de sus contrastes y de la gente que camina a veces por sus calles. Esta ciudad es un elogio a la locura, el crisol de las culturas y de los locos que te encuentras al doblar las esquinas, entre tantos Sturbucks, McDonald's y Tim Horton's. Lo hablaba el otro dia con Armando y estamos de acuerdo en todo, con el anhadido de que a el esto le resulta ademas de raro, feo. Me lo dice a menudo y asiento con la cabeza cuando sale el tema. Aqui hay rincones muy bonitos, pero no termino de enamorarme de ella. Quizas porque como os comentaba antes, mi corazon ya lo ocupa New York.
Sin embargo he de decir que el mes que mas rapido se esta pasando de mi vida, como uno de esos destartalados y chirriantes trenes de metro que vuelan hacia Kipling, esconde sus pequenhos regalos cuando menos te lo esperas. Disfrutar una tarde soleada en la Toronto Island, bebiendo limonada junto a Patri en un paseo entre arces y sacando fotos luego del skyline desde el ferry, con la onmipresente CN Tower difuminada por la brisa del lago Ontario, formara parte de mi recuerdo eterno de estas cuatro semanas cargadas de buenos ratos en lo mas profundo de Canada.
Esta noche me voy a cumplir otro suenho; el de visitar el Air Canada Centre para ver alli un partido de baloncesto. El encuentro, el amistoso Canada-Francia, preparatorio para el Mundobasket que esperamos volver a ganar el septiembre que viene en Turquia, es con diferencia lo de menos. La experiencia de pisar el pabellon que tantas madrugadas he visto por la tele se basta por si misma para encandilarme y es, como dice el crack de Javi Larroda, lo mas grande. En suma el aperitivo de lo que se me avecina a partir de manhana. La Gran Manzana me espera y yo no puedo esperar mas. Le pienso hincar el diente a ver a que sabe y dejarla como el logo de Apple, pues tal es el hambre que me produce al pensar en ella ese nudo inoportuno que anida de vez en cuando en mi estomago. Os echo de menos aqui, en el primer domicilio de los castores del mundo.

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