El ex presidente del Gobierno, Jose María Aznar, recibía en Valladolid la medalla de honor de la Academia del Vino de Castilla y León. Durante el transcurso del acto, botella en mano, Aznar aprovechó el momento de hacer declaraciones para decir lo siguiente: "A mí no me gusta que me digan 'no puede ir usted a tanta velocidad, no puede comer hamburguesas de tanto o se le prohíbe beber vino'. Déjeme que decida por mí, que en eso consiste la libertad". A continuación, el Presidente del Partido Popular, en alusión a la última campaña de la DGT, señaló: "Quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí? Las copas de vino que me tomo, déjeme que las tome tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie".
Realmente no merece mucho la pena comentar esta información. Si acaso, tratar de convencer a los más despistados de que las palabras antes escritas provienen efectiva y literalmente de la boca del protagonista y no de pura invención propia.
No sé qué me produce más lástima de todo esto, si el (una vez más) peculiar sentido del humor de Aznar, todo un ex presidente de nuestro país; si lo desafortunado de sus palabras o si las ridículas risitas de los asistentes al acto, todos ellos cómplices de una frivolización desafortunada sobre uno de los mayores problemas de nuestra sociedad: las numerosas muertes por accidente de tráfico por culpa del alcohol.
No sé qué me produce más lástima de todo esto, si el (una vez más) peculiar sentido del humor de Aznar, todo un ex presidente de nuestro país; si lo desafortunado de sus palabras o si las ridículas risitas de los asistentes al acto, todos ellos cómplices de una frivolización desafortunada sobre uno de los mayores problemas de nuestra sociedad: las numerosas muertes por accidente de tráfico por culpa del alcohol.
Qué sería capaz de decirles a las familias de esas víctimas ahora Don Jose María Aznar? Que lo que dijo, lo dijo precisamente bajo efectos del alcohol servido en el acto? O les mandaría como señal de arrepentimiento por sus declaraciones una botella de vino?