jueves, 6 de agosto de 2009

Diario del Canada (Ottawa & Montréal & Toronto)

Posiblemente este sea el ultimo post sobre mi aventura canadiense que escriba desde Ottawa, mas que nada porque con todo el trabajo que me espera estos dias no creo que me vaya a dar tiempo a redactar el otro que tengo en mente antes del viernes. Prefiero no comprometerme por si acaso y rematar esta serie de cartas desde la otra orilla del charco con un pequenho paseo por las tres grandes ciudades que he podido conocer durante estas semanas. Con remite intimista y personal. Para todos vosotros con carinho. Bajo sello con forma de hoja de arce, antes de volver a pisar Madrid.
En un primer momento iba a titular esta misiva simplemente "Ottawa", para hablaros un poco de la ciudad que tan bien me ha acogido durante este ultimo mes y pico. Sin embargo por falta de tiempo y agotamiento de neuronas, decidi finalmente que seria mas interesante contaros de forma breve en un mismo texto las diferencias y similitudes que he encontrado entre la capital, Montréal y Toronto, especialmente ahora que estoy recien llegado de conocer esta ultima. Quisiera aprovechar para mandaros muchos animos y desearos mucha suerte a todos los que estais empezando estos dias vuestro programa de Red Leaf. Y por supuesto repetirle a Armando por aqui lo que ya le dije en persona el pasado sabado: no sabes que alegria me dio verte por Toronto! A tu regreso tenemos pendiente una cervecita por Malasanha para que me cuentes con calma ;-)
Siento que se acaba mi periplo americano y siento igualmente que Ottawa vaya a pagar el pato del nuevo enfoque de mi carta abierta. Y es que el agravio comparativo va a dejar a mi ciudad adoptiva muy mal parada con respecto a las otras dos, mucho mas grandes, bonitas e interesantes sin duda. Digamos que no se pueden contrastar, aunque yo vaya a intentarlo.
Ottawa es una ciudad que aspira a serlo, pero sin pretenderlo. Explico la aporia. Hablamos de un centro urbano pequenho, con unos cuantos rascacielos de juguete en torno al edificio del parlamento canadiense. Hasta ahi podemos considerarla una ciudad. Pero cuando nos alejamos de la downtown un par de kilometros en cualquier direccion, se acabo lo que se daba. Ni rastro de cemento, ni grandes torres acristaladas; solo pequenhas casas unifamiliares agrupadas en barrios residenciales tranquilos y aislados, rodeados por un enorme cinturon de parques y granjas que circunscriben el area metropolitana y que impiden que Ottawa pueda seguir creciendo. Y por ley. La naturaleza todavia manda en Canada.
Y es que cuando llegue el dia 4 de julio, la primera sensacion que tuve fue la de que no estabamos en una ciudad. El distrito de Nepean en el que duermo, a unos 25km del centro, se encuentra tan alejado del mundanal ruido, que uno vive libre bajo el abrigo de los bosques cercanos; libre del cautiverio de cualquier jaula de asfalto llena de trafico y gente. Pero el caso es que hablamos de la capital, no nos olvidemos. Un titulo que le cayo a Ottawa casi de rebote; por su posicion estrategica y mediadora a modo de nexo entre el Ontario anglosajon y el Québec frances. Precisamente por ello, para cumplir con esa vitola, los ottawenses, que diriamos, decidieron construir un centro de negocios en torno a la pequenha colina en la que colocaron el Parlamento; edificio majestuoso y senhorial con su estilo neogotico ennegrecido por la humedad y su gran torre de la paz, hermana pequenha del Big Ben de Londres.
El plano es casi cartesiano. El rio Ottawa al norte y el Rideau al este forman una especie de T. En la esquinita donde se unen; la casa del gobierno canadiense. Hacia el oeste, rodean la colina un par de parques y domicilios residenciales hasta Kanata, la ciudad dormitorio por excelencia. Rumbo al sur, la downtown y su radical transformacion en unas afueras despobladas entre autopistas. Al este queda su mercado y su zona de bares, encajada con calzabotas entre el Rideau y su canal, secundado en su travesia por flores preciosas a la sombra de las embajadas. Cuando no llueve, pasear por ahi es una delicia. Pocos paseos me pude pegar.
Ottawa es eso en resumen. Por ello decia que ciudad, en tanto que tiene un centro urbano con montones de tiendas y apariencia de gran metropolis. Por ello contaba que aspira a serlo, porque es la capital del pais y necesita darse esa grandeza. Por contra sin pretenderlo, porque sus habitantes se han esforzado mucho para que las tranquilas afueras tengan aqui el protagonismo, al reves de lo que ocurre siempre en Europa.
Montréal es la belle ville, como ciudad la que mas me gusto de las tres. Es una isla gigante urbanizada en su practica totalidad, con una interesante mezcla de arquitectura americana de grandes edificios y varias reminiscencias europeas a lo frances classique. Tiene todo lo que le falta a Ottawa: ambiente y gente por todas partes; justo lo que define a las grandes ciudades. Ir de compras por Saint Catherine es un ejemplo perfecto de lo mas parecido que hay en estos lares a caminar por la Gran Via de Madrid. Desde el larguisimo puerto con sus barcos oxidados del Québec, pasando por su descomunal villa subterranea en torno al metro para seguir yendo de compras durante el duro invierno. Asi hasta llegar al impresionante Mont Royal que todo lo ve, colina tipica de postal pintoresca; un enorme pulmon verde que se eleva al norte, formado por parques de arces y abetos. Si, Montréal es una pasada.
Y si la joya del Québec ya mola bastante, Toronto se lleva la palma. Es la Nueva York de Canada, la mas grande e impresionante de todas las ciudades que visite; la que yo elegiria para vivir por su categoria y tamanho, por sus posibilidades repartidas entre espectaculos, museos que de verdad merecen la pena (no como en Ottawa) y deportes, metiendo en el saco a los Raptors y su apuesta casi exclusiva a nivel nacional por el baloncesto. Hablamos del motor economico y comercial del pais. La silueta de su downtown recorta el cielo canadiense desde la isla de Toronto, donde queda uno de los aeropuertos, dibujando entre nubes la sombra de los rascacielos, el hotel Sheraton, el Rogers Center y por supuesto su famosa CN Tower, desde donde los valientes pueden disfrutar de las sobrecogedoras vistas de torontontera a traves de su suelo de cristal. La brisa americana de los States llega desde el lago Ontario, desde el estado de Nueva York, y arrastra el aroma de las Cataratas del Niagara, una maravilla de la naturaleza que tuve el privilegio de contemplar desde el mismo corazon del rio y que me quedara en el recuerdo para siempre con sonrisa de serie incorporada.
En fin, llevo con mi pequenho articulo desde el martes, sacando partido de pequenhos ratos libres sueltos. Hoy jueves toca cena de despedida en el colegio y manhana nos marchamos de vuelta para Espanha. Una vez en casa cerrare definitivamente esta serie con mi ultimo post. Lo mejor que puedo decir por ahora del programa Explore Ottawa es que ha sido una aventura increible que volveria a repetir una y otra vez. Por delante tengo toda una vida para lograrlo que comienza dentro de poco con mas de diez horas de viaje, entre autobus y avion. Aterrizamos en Barajas el sabado a las 12.30h del mediodia. Hasta pronto Canada, hasta pronto a todos!

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