martes, 27 de noviembre de 2007

El hombre-árbol

Hace justo una semana, el pasado martes 21, me quedaba alucinado con la contraportada del diario ABC, en la que aparecía un reportaje firmado por Federico Marín Bellón sobre un joven pescador indonesio de treinta y tantos años apodado el "hombre-árbol". Mirando la foto que acompañaba al texto no había lugar a dudas del porqué de ese sobrenombre. Dede, que así se llama el protagonista, padece una insólita enfermedad causada por la combinación de un papiloma bastante corriente y una anomalía genética de su organismo para poder combatirlo. Como su sistema inmunológico no es capaz de doblegar al virus, éste último genera en su piel una desproporcionada cantidad de verrugas que crecen a razón de cinco milímetros al mes y que confieren a Dede extremidades con aspecto similar a la corteza del tronco de un árbol.
El caso de este indonesio despertó el interés del dermatólogo estadounidense Anthony Gaspari [en la foto], quien tras descubrir a Dede por casualidad en un documental del Discovery Channel, decidió viajar hasta su aldea natal para tratar su dolencia e intentar ayudarle. Sumido en la más absoluta pobreza, abandonado por su mujer y al cuidado de dos hijos, Dede tiene dificultades para ganarse la vida mientras sus vecinos se burlan de su aspecto cada día y el crecimiento de sus raíces va poco a poco impidiéndole caminar correctamente. La única forma de poder subsistir consiste en exhibirse a los turistas en cuanto tiene ocasión, por unas míseras monedas, antes de que sea demasiado tarde y esté tan cansado que prefiera plantarse en algún solitario rincón de la selva para siempre y convertirse así definitivamente en árbol. Gaspari cree tener la solución. Solo necesitan ayuda de las empresas farmacéuticas y confiar en que el tratamiento dé sus frutos en unos meses. Quizás tras ese tiempo, Dede pueda volver a pescar.

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